El Comienzo de la Emigración Mexicana a Estados Unidos
Los flujos migratorios de México a Estados Unidos han sido una constante desde hace más de 150 años. Con el paso de las décadas las razones, causas y perfil de esta emigración han ido cambiando pero la esperanza de muchos por un futuro mejor permanece inquebrantable.
En febrero de 1848, el Tratado de Guadalupe-Hidalgo puso fin a la Guerra entre Estados Unidos y México. Bajo este tratado, México cedía un extenso territorio a Estados Unidos: California, Texas, Utah, Nevada, Nuevo México y Arizona y parte de Colorado, Oklahoma y Kansas. A cambio, Estados Unidos se comprometía a respetar los derechos y las tierras de aquellos nacionales mexicanos que decidieran permanecer en dichas áreas. Sin embargo, las promesas estadounidenses nunca se cumplieron y pronto la población anglosajona no sólo se adueñó de gran parte de las tierras pertenecientes a los mexicanos sino que además discriminaron a éstos últimos por su cultura la cual consideraban inferior.
Con el paso de los años, a los mexicanos que decidieron quedarse se le sumaron flujos de inmigrantes llegados desde el otro lado de la frontera y que hicieron que la presencia mexicana en esos territorios fuera más que considerable.
Los primeros flujos migratorios de México a Estados Unidos
Desde el final de la Guerra entre México y Estados Unidos la emigración mexicana hacia su país vecino ha sido constante. Para millones de personas en los límites de la pobreza, los Estados Unidos significaban la posibilidad de un futuro lleno de promesas y la oportunidad de compartir el “sueño americano” se antojaba demasiado tentadora.
Este flujo migratorio a Estados Unidos, iniciado en 1848, fue la consecuencia de una serie de la fiebre del oro en California que actuó como fuente de atracción de aquellos que anhelaban un futuro mejor. A la fiebre del oro se le sumo el comienzo de la Revolución Mexicana en 1910, la cual animó a miles de personas a buscar una vida más estable en el norte lejos de la violencia y la incertidumbre de esos tiempos.
El estallido de la Primera Guerra Mundial también jugó un claro papel en los flujos migratorios entre México y Estados Unidos. El conflicto hizo que un gran número de trabajadores estadounidenses se alistaran en el ejército dejando las industrias con un grave problema de escasez de mano de obra.
Como resultado, en 1917, el gobierno estadounidense aprobó un programa a través del cual se le permitía a las empresas de ese país contratar mano de obra mexicana para cubrir los puestos vacantes en el sector agrario.
Los años veinte y las políticas de repatriación de Estados Unidos
Durante los años veinte del pasado siglo, a los mexicanos se les permitía cruzar la frontera con Estados Unidos sin la más mínima oposición lo cual facilitó el aumento en los flujos migratorios convirtiendo la inmigración ilegal en un problema social que desembocaría en la aprobación, en 1924, de la Ley de Inmigración y Naturalización o Ley Johnson-Reed. Esta ley promulgó la creación del Servicio de Inmigración y Naturalización (INS), introdujo las patrullas fronterizas y limitó el número de inmigrantes que podían entrar en Estados Unidos.
En la práctica, sin embargo, la situación no cambió demasiado ya que las patrullas fronterizas, presionadas por las empresas estadounidenses que preferían contratar mano de obra mexicana considerada menos conflictiva que otros inmigrantes, hacían la lista gorda y permitían cruzar sin mucha resistencia.
La situación cambiaría con el descalabro de Wall Street en 1929 el cual provocó la mayor crisis económica en la historia de los Estados Unidos. La hasta entonces potente economía estadounidense se vio incapaz de generar empleo para absorber a sus millones de trabajadores y, consecuentemente durante la década de los 30 cientos de miles de mexicanos, muchos de nacidos en Estados Unidos y con pasaporte de ese país, fueron expulsados.
La década de los cuarenta y el Programa Bracero entre México y Estados Unidos
Esta política de repatriación dio un giro radical en 1942 cuando un acuerdo bilateral entre los gobiernos de Estados Unidos y México inauguraba el Programa Bracero a través del cual se ofrecía a un gran número de mexicanos la oportunidad de residir y trabajar en el país vecino. Sin embargo, cuando el Programa Bracero tocó a su fin a mediados de la década de los sesenta y los obreros participantes en el programa se encontraron indefensos y buscando otras vías de subsistencia.
A lo largo de los años, los menos afortunados se han visto forzados a intentar cruzar la frontera de manera ilegal mientras muchos otros han conseguido encontrar trabajo en Estados Unidos manteniendo su residencia en México (los llamados commuters) y portando un visado de trabajo o «green card». Lo que sí han tenido en común los unos y los otros es una realidad muy distinta de la esperada en suelo estadounidense donde para muchos han visto como el “sueño americano” se ha transformado en una pesadilla.
Durante décadas estos inmigrantes y sus descendientes han sido discriminados en cuanto a educación, salud, bienestar y servicios sociales se refiere y desanimados a participar en la vida pública. En la actualidad y aunque la población hispana, una gran parte de la cual es de origen mexicano, constituye la mayor minoría étnica en Estados Unidos su peso en la sociedad de ese país en comparación con su presencia no está aún equilibrado.
parte del desarrollo de los estados unidos pertenece a la iniciativa latina, todos tiene el mismo derecho de buscar un futuro mejor para cada uno y sus familias. Saludos.
los latinos juegan un papel muy importante en la economia de los estados unidos, pues muchas de las labores son realizadas por latinos y ahora con este nuevo presidente las cosas se pondran duras, mexico debera reforzar su economia y no depender de las desiciones de otro pais. buen aporte